Empieza la Semana Santa: vive las tradiciones de Palma

​Las vacaciones de Semana Santa están próximas y en Palma algunos prefieren quedarse y disfrutar de las tradiciones de esta época y del buen tiempo que anuncia la primavera.
En ​Ciutat son muchos los que cuelgan banderolas en sus ventanas y balcones, tanto en los barrios modernos como en los más tradicionales, para conmemorar las celebraciones de estos días. Tampoco es extraño ver las floristerías repletas de palmas, que los padrinos compran para sus ahijados en estas fechas, ni confites y otros dulces en las pastelerías.

¿Damos un paseo por las tradiciones más importantes?

Semana Santa en Palma: tradiciones y modernidades
La Semana Santa empieza, como en cualquier otra ciudad española, con el Domingo de Ramos. Aquí es donde entran en juego las palmas y los palmones. Las primeras son figuras alargadas, casi como espadas, elaboradas artesanalmente con hojas de palmera tierna que no han visto la luz del sol. No han hecho la fotosíntesis así que, en el momento de trenzarlas, son completamente blancas, y así permanecen.

Los palmones son piezas un poco más pequeñas y son las que los padrinos regalan a sus ahijados. La creatividad del artesano entra en juego: se hacen estrellas, esferas, se reproducen los modelos grandes en pequeño… e incluso hay delicadas versiones para colocar en la cuna de un bebé.

Pero antes de llegar al Domingo de Ramos, la Semana Santa se inicia de manera oficial con el pregón tiene lugar en el convento de Santa Clara y que reúne a todas las autoridades del ayuntamiento de Palma y del mundo eclesiástico.

Hachas, cera y confites
La mayoría de las cofradías llevan las llamadas hachas, velas de enorme tamaño que se encienden al salir del punto respectivo de encuentro y que permanecen prendidas toda la noche, en todas las procesiones.

Los monaguillos que acompañan a los cofrades son los encargados de limpiar las hachas de cera, que indefectiblemente cae al suelo, y de encender, en caso necesario, alguna vela que se haya apagado.

El aroma de la cera se mezcla con el de las flores, y el silencio de los asistentes hace que las noches de ​Jueves y Viernes Santo sean especialmente sobrecogedoras.

Pero todo tiene su punto simpático, y en este caso son los confites y las peladillas. Se trata de pequeños dulces de anís, que a veces esconden una almendra, que desde tiempos inmemoriales los cofrades reparten a los asistentes. A veces sólo a sus conocidos y amigos, otras veces a una chica o a un chico y, casi siempre, a los niños.

Ahora los modernos monaguillos también reparten caramelos y piruletas de fresa con forma de cofrade, algo que a muchos les parece un giro demasiado grande de tuerca.

Domingo de Pascua: chocolate y “monas”
El Domingo de Pascua -y la Segunda Fiesta que se celebra el lunes, para muchos pueblos de las islas- pone el punto final a una semana que hay que vivir.

Es el día en que la familia se reúne para celebrar la Pascua, y en Mallorca es imprescindible hacerlo con empanadas, crespells y robiols. Pero también hay una tradición que no se puede obviar: la de las monas de chocolate.

Al principio eran pasteles coronados con una figura de fondant, y adornados con pequeños pollitos de felpa y coloridos plumeritos. Hoy… un vistazo a cualquier pastelería de Palma puede ofrecer una idea de lo mucho que se han modernizado las monas, y de que se pueden encontrar en todos los tamaños y formatos.