Palma en otoño

Sin darnos apenas cuenta, los días han empezado a acortarse. La luz, condensada en las horas centrales, empieza a dar una tregua a la actividad frenética de la ciudad. Algún que otro chaparrón aislado limpia los meses de calor que empezamos a dejar atrás.

Las calles vuelven a ser transitables y las playas se han convertido en un paraíso a medio camino entre el sueño y la realidad.

El verano se acaba para dar paso al otoño que, aunque algunos se empeñen en considerar una estación crepuscular, nosotros creemos que es mágica.

El otoño devuelve los tonos ocres a la ciudad. El mercurio baja y los propósitos se cumplen. Las calles se liberan y Palma vuelve a convertirse en una ciudad en la que perderse, de la que enamorarse y por la que suspirar.

Las temperaturas, aún cálidas y agradables, os permitirán callejear por el casco antiguo, visitar la Catedral y sus terrazas (podréis hacerlo hasta el 31 de octubre), visitar el Castillo de Bellver o La Lonja, disfrutar de un llonguet por el paseo del Portixol o un variat en el Mercat de Santa Catalina, volver a enamoraros de los edificios modernistas del centro de la ciudad, ver el tiempo pasar desde el rooftop de Es Príncep o vivir la noche más mágica del año, la noche en la que el arte inunda toda la ciudad, la nit de l’art.

El día que el verano deja paso al otoño, Palma vive una noche de lo más especial. Las galerías de arte abren sus puertas al gran público y multitud de actividades relacionadas con el arte se suceden por toda la ciudad, la música invade las calles y el arte baila por todos los rincones de la ciudad al alcance de todos los palmesanos y visitantes.

Sin duda, los meses de otoño le sientan de maravilla a Palma. Su nueva luz y esa temperatura a caballo entre el frío y el calor hace que sea una estación irresistible para todos lo que se atreven a visitarnos.