Mallorca sigue siendo el paraíso
Las redes sociales se han vuelto a teñir de azul mediterráneo. Después de unos meses de paredes, ventanas y conciertos de balcón, Mallorca y sus playas vuelven a suscitar envidias a propios y extraños.
El mar se ha vuelto a convertir en playa y, en un junio de lo más atípico, locales y residentes disfrutan del paraíso mallorquín. Un paraíso más azul, más desértico y más paraíso que nunca.
Ha habido otras primeras veces, sí, pero ninguna como ésta. Los pies desnudos sobre la arena, la piel salada, el olor del verano, la brisa marina en el pelo y ese frío del primer baño que sube desde los tobillos y trepa por la cintura hasta llegar a lo más alto de la cabeza. Ese escalofrío que anuncia que el verano, aunque dudáramos, ya está aquí.
En la primera escena de La Gran Belleza, la obra maestra de Paolo Sorrentino, un japonés extasiado por la belleza romana cae rendido al suelo mientras toma una fotografía desde lo alto de las siete colinas. Al igual que ese turista embelesado, los mallorquines sentimos una especie de síndrome de Stenhal al encontrarnos cara a cara con la belleza mallorquina.
Las calas y playas de la isla se han convertido en musas que, tranquilas y serenas, posan ante las cámaras de quien llevaba tiempo soñando con ese espectáculo.
Caló des moro y sus aguas traslúcidas de color turquesa, Es Caragol y encanto salvaje y solitario, un Formentor adormilado bajo la sombra de los pinos, Cala Deià y el filtro natural de sus atardeceres mágicos, Es Carbó y sus dunas de arena blanca o la tranquilidad y el encanto de Cala Varques.
Desde Es Príncep queremos que, todos los que estáis lejos, os toméis esas fotos como un aperitivo de lo que está por llegar. Durante unos meses os ha tocado disfrutar del paraíso a través de una pantalla, pero vuestro primer encuentro cada vez está más cerca.
Mientras tanto, estad tranquilo, nosotros cuidamos del paraíso hasta que lleguéis.