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ESCAPADA A PALMA

Disfruta de una escapada de lujo a Palma

escrito por Es Príncep / abril 18, 2018

La capital de las Baleares tiene vida todo el año

Palma, 24 de enero de 2018: la ciudad registra una temperatura de 19 grados. Hace sol, la brisa es fresca y solo eso, la calidez en pleno invierno, ya es un lujo, pero Palma tiene más, mucho más. Continua leyendo y descubre la infinidad de pequeños placeres que puedes disfrutar en la capital de Baleares durante todo el año. Gastronomía, deporte, salas de arte, paseos, playas, compras, cultura y como no, vida nocturna: this is Palma!

La vitalidad de la ciudad en verano es inigualable, pero el bullicio es tal que para muchas personas resulta incluso excesivo. Hay quien asegura que Palma tiene una estación para cada persona. Primavera, verano, otoño, invierno... cada época se vive en ella de forma marcadamente diferente. Ello permite al visitante elegir de qué manera le apetece vivirla y saborearla.

Una escapada de lujo en Palma en otoño

Otoño empieza con uno de los eventos más culturales y glamurosos de la ciudad: la Nit de l’Art. La tarde del tercer sábado de septiembre todas las galerías de arte de Palma se visten de gala, abren sus puertas al público y estrenan exposición. La población sale a la calle a disfrutar del paseo y a aprovechar la jornada de puertas abiertas en todos los museos y galerías de arte de la ciudad.

En otoño, el tiempo suele ser magnífico. Ya no hace calor, ni todavía frío. El agua del mar empieza a refrescarse, ya no está tan caliente como en verano y la sensación al bañarse es muy agradable. La luz en otoño es muy nítida y aunque los días ya son más cortos, la intensidad de los colores, cuando hace sol, es preciosa. Otoño es una muy buena época para hacer excursiones y visitar las playas, que ya no presentan los llenos absolutos que registran en verano. De hecho, muchos días en esta época suelen estar casi desiertas. Por ello un buen plan es visitar la Salinera de Es Trenc y, a continuación, dar un paseo y, por qué no, un baño en Es Trenc, la playa más larga y popular de Mallorca por su extensión, su arena y el azul de sus aguas. Una muy buena manera de terminar la jornada puede ser comer en Cassai, en Ses Salines, un maravilloso pueblecito del sur de la isla, ideal para descubrir el día a día en la Mallorca más auténtica.

Los runners también tienen marcada en rojo una fecha en el calendario mallorquín de otoño. A mediados de octubre, se celebra la maratón de Palma, cita ineludible para los amantes del deporte. La ciudad se vuelca en animar a los corredores. Y es que otoño es una muy buena época para correr y también para jugar al golf: Son Muntaner, Aucanada, Santa Ponsa, Maioris, Pula, Son Vida o Son Gual son solo algunos de los más renombrados campos de la isla.

Otro fenómeno que, aunque muy diferente, también se produce en otoño es el que se registra en la Catedral de Mallorca cada 11 de noviembre. Si el día amanece soleado, los rayos del sol provocan que el rosetón oriental del monumental edificio se refleje justo debajo del rosetón ubicado en la parte occidental de la Catedral, formando un colorido ocho. Los minutos durante los que dura el efecto son un momento mágico que maravilla a todos los que lo han presenciado. De hecho, muchos turistas se desplazan a la isla exclusivamente para contemplarlo y disfrutar de la energía que transmite la catedral en una época que nada tiene que ver con el bullicioso verano.

Palma, en otoño, es una ciudad tranquila que invita a pasear por su casco antiguo o a perderse por el arte contemporáneo del museo Es Baluard, ubicado, como su nombre indica, sobre el baluarte de Sant Pere que es, junto con el Baluard Es Príncep, uno de los pocos que se conservan en la ciudad abiertos majestuosamente al mar. Otoño invita a ir de compras, tomar un buen chocolate caliente con ensaïmada en la chocolatería Can Joan de s’Aigo, la más antigua y emblemática de la ciudad; y salir a cenar por el barrio de Santa Catalina, famoso por la infinidad de locales de copas y tapas, o restaurantes de comida internacional como el Sumaq, especialista en comida peruana o Patrón Lunares, con carta mediterránea.

Disfrutar de Palma en invierno

La Navidad da el pistoletazo de salida al invierno palmesano. Fin de año se celebra en la calle. A medianoche se toman uvas al son de las campanadas en el Paseo del Born, donde suena música en directo y se recibe el año nuevo bailando hasta el amanecer. Después de Navidad, vienen las fiestas de Sant Antoni que se celebran en muchos pueblos de Mallorca o Sant Sebastià, patrón de Palma. Son fiestas muy populares y tradicionales, en que la gente sale a la calle a ver correfocs de dimonis (demonios) o a torrar sobrasada y botifarrons al aire libre en vistosas fogatas o foguerons.

Enero es un mes frío, pero suele ser soleado y en él se registran las famosas calmas de enero, conocidas por ser días en el que el mar está tranquilo y plano, como un espejo; y navegar es una auténtica delicia. El invierno es también la mejor estación para practicar cicloturismo. Igual que los ciclistas, los senderistas suelen adorar esta época para recorrer las montañas de la famosa Serra de Tramuntana y disfrutar de las espectaculares vistas que ofrecen sus picos más populares: Es Tomir, Puig Major, Galatzó o Massanella. La ruta GR 221 recorre la Serra de Tramuntana de sur a norte y es punto de referencia de muchas de las excursiones por la isla, un auténtico paraíso del senderismo. Después de largas caminatas o excursiones, podemos reponer fuerzas y energía comiendo en algunos de los pueblecitos de la Tramuntana, como en el restaurante Miceli, en Selva; ca na Toneta, en Caimari; o degustar un chocolate caliente con una coca de patata en el horno de Can Molinas, en Valldemossa. Si se quiere hacer ruta gastronómica también merece la pena visitar el restaurante DayCa, de Llubi o degustar comida típica mallorquina en alguna de los populares y famosos cellers de Inca, en el centro de la isla, como Can Marron, Can Amer o Can Ripoll.

Un auténtico espectáculo del invierno mallorquín es la floración de los almendros. Ver campos de estos árboles cargados de flores rosadas y blancas es tan espectacular y bonito que, incluso, se organizan excursiones específicas para disfrutar de la belleza del campo mallorquín cuando los almendros están en flor. Otro espectáculo, que igual que en otoño se repite en invierno, cada 2 de febrero, es el producido por el reflejo del rosetón de la Catedral de Mallorca bajo el rosetón contrario. Subir a las terrazas de la Catedral y ver las preciosas vistas de Palma y su bahía también es un auténtico espectáculo con el color azul del cielo vivo y nítido característico del invierno.

La ciudad en primavera

Primavera es, para muchos, la mejor estación para visitar Palma. Los días empiezan a tener más horas de luz solar, las temperaturas suben y el ambiente en la ciudad también se calienta. El campo está precioso, florecido, frondoso y reúne infinidad de tonalidades de verde. Es la época ideal para visitar o organizar rutas por las numerosas bodegas de vinos que hay en la isla. Bodegas como: Angel, en Santa Maria; Galmés i Ribot, en Santa Margalida; Castell Miquel, en Alaró o José Luis Ferrer, en Binissalem. Muy cerca de este último pueblo, merece también la pena visitar el pequeño llogaret de Biniagual, un pueblecito con carácter marcadamente mallorquín que fue prácticamente comprado en su totalidad y reformado por un empresario alemán enamorado de la isla.

Para los que prefieren la cerveza al vino, Mallorca también es un buen destino para degustarla. La isla no permanece ajena al boom de la cerveza artesana. Un buen sitio para probarla es el patio de la microcervecería Beer Lovers, en Alcudia, que abre todos los viernes por la tarde. Si visitamos Alcudia, también merece la pena ver el Museo de Sa Bassa Blanca o la fundación de los artistas Yannick y Ben Jakober, y dar un paseo hasta la Atalaia desde el Mirador de la Victoria, que ofrece una vista maravillosa de las bahías de Alcudia y Pollença. Para comer o cenar en la zona son muy buenas opciones: el restaurante Miramar, en el Puerto de Alcudia; La Terraza, en Aucanada; o el Jardín, de la afamada cocinera con estrella Michelin Macarena de Castro.

Primavera es una buena época para pasearse sin agobios, ni aglomeraciones y hacer excursiones. Si el objetivo es pasear y se quiere terminar la caminata viendo el mar, una buena zona para visitar es la de Artá y la Serra de Llevant, donde se encuentra una de las playas más bonitas de la isla, la de Aubarca, o cala Mesquida, muy cerca de otro restaurante con estrella Michelin del popular y carismático cocinero Andreu Genestra. Genestra también lidera otro restaurante en el centro de Palma, Aromata, ubicado en un antiguo edificio burgués catalogado, donde se pueden saborear platos de alta cocina mallorquina. Casa Maruka o Tast Club son también muy buenas opciones para comer en el centro de la ciudad.

Una de las grandes citas gastronómicas de Palma se celebra en primavera. En abril, el Art Brunch combina arte y gastronomía. Como en la Nit de l’Art, las galerías abren sus puertas al público pero, en esta ocasión, durante la mañana y en fin de semana. Los sábados por la mañana es habitual que muchos bares del centro de Palma preparen un vermut. Disfrutarlo al sol de primavera es una absoluta delicia. Si en lugar de vermut, se prefiere disfrutar de una copa o un cocktail, las terrazas del Nicolás o el Gibson en la plaza des Mercat son un buen lugar para saborearlo.

El lujo de Palma en verano

Y llega el verano! Y con él el calor, la gente y el bullicio. Mallorca despliega todo su esplendor. Es época de disfrutar del mar. Alquilar un barco es, probablemente, la mejor opción para hacerlo. Así, se accede fácilmente a las calas y playas más recónditas y se evita la saturación que se encuentra al querer acceder por tierra a determinadas zonas de costa. Se pueden alquilar embarcaciones de todo tipo, con o sin patrón, por semanas o por días, a vela o a motor. Hay infinidad de opciones. La Bahía de Palma es, por supuesto, una de las más conocidas pero hay muchas más opciones para navegar a gusto, como dar la vuelta a la isla o cruzar, en barco, la impresionante costa norte de Andratx a Pollença, parando en el pintoresco Puerto de Soller.

Si no se contempla ir en barco, existen infinidad de maneras de disfrutar del mar sin embarcarnos: bucear, pescar, practicar windsurf, kite surf, padle surf... Y si lo que realmente nos relaja es tumbarnos al sol sin tensiones también están los beach clubs. Los más conocidos son el Beach Club, en Magalluf; el Puro Beach Club, el Mhares o el balneario de Illetas.

Verano también es tiempo de salir de casa y disfrutar de comidas y cenas al aire libre. Para ello, son muy buenas opciones la terraza del conocido Restaurante Club Náutico de Palma; o, si se prefiere un estilo más rural el Molico, en Sencelles. Si lo que se busca es glamour y ambiente selecto y sofisticado, el mejor destino es Puerto Portals: centro neurálgico de la jet set y de la noche veraniega más selecta de la isla. En Portals, grandes opciones para comer o cenar son Tahini o Flannigans. Este último es uno de los restaurante más frecuentados por la familia real española durante sus vacaciones en la isla.

Otoño, invierno, primavera o verano... Palma aglutina y ofrece grandes y pequeños placeres que varían en función de la época del año. La ciudad se adapta a todo tipo de gustos y personas, solo tienes que decidirte y saber elegir qué estación se adapta más a ti. ¿Te atreves?

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