Historia y leyenda del palacio de la almudaina
El Palacio de la Almudaina pareciera competir contra la Catedral de Mallorca por el protagonismo absoluto en la fachada de la bahía de Palma. Las dos tienen su arte, sus historias y sus leyendas. Hoy nos centramos en la primera.
Un alquimista en la torre del Ángel del Palacio de la Almudaina
La Ciutat de Mallorca tuvo, durante un breve espacio de tiempo, su propio alquimista. Su nombre era Jaume de Lustrac y era de origen francés. El rey Joan I contrató sus servicios y lo instaló en la torre del Ángel del Palacio de la Almudaina en 1395, cuando el palacio era residencia real.
El objetivo de un alquimista, además de ser astrólogo, un poco químico y bastante místico, era doble: encontrar la piedra filosofal que, al margen de lo que la saga Harry Potter haya hecho creer al gran público, convirtiera metales simples en oro; y encontrar el elixir de la eterna juventud, tras el cual iban reyes y poderosos.
Apenas un año después, el rey murió, y le sucedió en el trono su hermano Martí I, quien tachó al alquimista de estafador y lo hizo encarcelar. Eran tiempos difíciles para desafiar al catolicismo, sin embargo, la reina intercedió por él, y el francés regresó a su patria.
El ángel-veleta de la torre de la Almudaina
Cuando Jaime I conquistó Mallorca, mantuvo la tendencia musulmana de que el gobernador de la isla o las máximas autoridades, residieran en el palacio de la Almudaina, Naturalmente, los símbolos árabes fueron sustituidos por motivos cristianos y uno de ellos, quizás el más importante, es el ángel de la torre.
La construcción no parecía demasiado afortunada: fue víctima de un rayo en 1305, y de otro en 1431. Se incendió en 1572 y, cuando tuvo lugar el terremoto de Lisboa, en 1755, se rebajó su altura tratando de anticipar una catástrofe. En 1581, otro terremoto, obligó a rebajar aún más la torre, con lo que es muy difícil saber si el ángel-veleta siempre ha sido el mismo, o también ha sufrido algún avatar del destino.
El ángel giraba con el viento, de tal manera que los barcos se guiaban por su movimiento cuando tenían que realizar maniobras dentro del puerto. Era una figura tan importante que incluso tenía su propio dicho: si alguien era como “el ángel del palacio”, se trataba sin duda de una persona tornadiza y cambiante de ideas y decisiones constantemente.
El tesoro del Puig de Fátima
Una de las leyendas más recurrentes de la Almudaina es la del tesoro del Puig de Fátima.
Cuando el valí Abu Yahia preparaba la resistencia del palacio ante el avance del rey Jaime I, decidió proteger a su hija, y le encargó al prometido Fátima, que la llevara a ella, a sus doncellas, y al tesoro que le concedería como dote, a la montaña de lo que hoy es Puigpunyent.
La princesa y su séquito se escondieron en una cueva, en la que pasaban el tiempo contando historias y probándose las joyas y los vestidos. A finales de diciembre, escucharon un estrépito provocado por la caída de las murallas de Medina Mayurqa. La princesa mora gritó y con su voz provocó un derrumbe, que las dejó encerradas dentro, con el fabuloso tesoro.
Dicen que cada noche de San Juan, a las doce, la cueva se abre y de ella sale un toro de oro que da siete vueltas al Puig. Sólo si el toro tomara un pedazo de pan bendecido, y se encendiera un cirio en cada una de sus astas, la cueva se abriría de nuevo, desvelando el secreto de su tesoro.